FLASH GORDON EN EL COMIC
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Comienza en las siguientes páginas una iniciativa insólita en nuestro país: recopilar el Flash Gordon de Alex Raymond en color, tal como apareció en los suplementos de la prensa norteamericana desde 1934 hasta 1944.
La presente edición nace de una circunstancia presumiblemente feliz: la empresa propietaria de Flash Gordon, el King Features Syndicate, obtuvo recientemente de familiares de Raymond una colección de reproducciones con el cromatismo ideado por este artista, y de esta colección se parte para presentar ahora, al público español, la famosísima ópera espacial.
Para quienes no hayan tenido oportunidad de contemplar las entregas raymondianas tal como aparecían en las páginas de los suplementos dominicales, se debe precisar que Flash Gordon ocupaba un espacio equivalente a los dos tercios de la página, reservándose el tercio restante a otra serie de Raymond, Jungle Jim, con temática de aventuras exóticas. De ahí el formato horizontal de esta ediclon.
Conviene también advertir que el período inicial de Flash Gordon no entrañaba aún el majestuoso estilo que Alex Raymond desarrollaría desde fines de 1934 y que constituiría, durante los años sucesivos, el máximo atractivo de la serie. A lo largo de este primer cuaderno, se observa cómo el talento visualizador se incrementa poco a poco, hasta que comparecen los hombres-halcones y se introducen los primeros acordes épicos en la estética gráfica. Luego, Raymond evoluciona a pasos agigantados, tanto en el grafismo (donde los haces de lineas componen rayados al servicio de la iluminación) como en la puesta en escena (que valora poderosamente las perspectivas, encuadres y composiciones). Simultáneamente, la viñetación y el montaje se liberan de las rigideces iniciales y abren paso, durante el célebre torneo de Mongo (diciembre de 1934), al clasicismo raymondiano.
El interés visual de Flash Gordon aumenta aún a partir del momento en que Alex Raymond abandona una tira diaria (la de Secret Agent X-9) que dibujaba paralelamente. Ocurre tal hecho en el otoño de 1935, y desde entonces Raymond asume un barroquismo expresivo, pleno de pasión, que culmina en la batalla de Flash y sus aliados contra las fuerzas del tiránico Ming, y que, al año siguiente, se orientará hacia el imaginativo lirismo de las secuencias en el reino submarino de Ondina. En el ocaso de 1936, la serie adquiere un carácter neoclásico, y camina hacia el «100k» definitivo, hacia la sucesión de bellas ilustraciones con ampilo protagonismo de la figura humana y con disminución del rayado en beneficio de los contrastes entre tonos blancos y negTos. Cautivado por sus posibilidades pictóricas, Raymond suprimirá incluso los globos de diálogos que le estorbaban en la estructuración plástica de la viñeta, y los arrinconará en el interior de los bloques de texto o como tales bloques desde junio de 1938.
Cabe sostener que Flash Gordon evidencia, entre 1934 y 1939, la evolución del estilo de Alex Raymond en su época cumbre, y da pie, en consecuencia, a muy amplias posibilidades de análisis en torno al lenguaje del artista. Este había nacido en New Rochelle, estado de New York, el 2 de octubre de 1909. Su aprendizaje tuvo lugar mediante las ayudantías a Russ Westover en Tillie the Toiler y a Chic Young en Blondie y, durante 1932-1933 confirió una estética peculiar, como asistente de Lyman Young (hermano del anterior), a Tim Tyler’s Luck, serie de aventuras africanas más conocida en España bajo el nombre de Jorge y Fernando. A fines de 1933 obtuvo del King Features Syndicate el encargo de la página dominical que incluiría Jungle Jim y Flash Gordon (con debut el 7 de enero de 1934) y asimismo el cometido de dibujar las tiras de la serie policial Secret Agent X-9, escritas por el fundador de la novela negra, Dashielí Hammett (con estreno el 22 de enero de 1934). En la primavera de 1944, su trabajo en los cómics quedó interrumpido por la movilización a causa de la guerra y se reanudó con otra serie policial en tiras diarias, Rip Kirby, a partir del 4 de marzo de 1946. Un accidente de automóvil dio fin a la vida de Raymond el 6 de septiembre de 1956.
El rumbo de Flash Gordon tuvo cierta complejidad. Mientras Raymond realizaba las entregas dominicales, su ayudante Austin Briggs empezó, el 27 de mayo de 1940, las tiras diarias, con línea narrativa autónoma; sin embargo, el ingreso de Raymond en la Marina y su sustitución en los suplementos del domingo por el propio Briggs condujeron a que este último diese cierre a las tiras diarias el 3 de junio de 1944. La serie estaba escrita, desde poco después de su inicio, por Don Moore, que prosiguio su colaboración literaria con Briggs y luego, desde 1948, con un nuevo dibujante titular, Mac Raboy.
La producción de una serie televisiva de Flash Gordon motivó que el King Features Syndicate decidiera resucitar las tiras diarias y que conf iara el empeño a Dan Barry. De nuevo con independencia de las páginas dominicales, las tiras blanquinegras de la serie arrancaron el 19 de noviembre de 1951, y Barry recurrió a diversos colaboradores anónimos: por ejemplo, en el campo del guión, a Harvey Kurtzman y a Harry Harrison, y en el área gráfica, a Frank Frazetta, Al Williamson, Jack David, Sy Barry... Kurtzman y Barry sustituyeron, de hecho, a Don Moore en la escritura para las paginas dominicales antes de que su dibujante, Mac Raboy, falleciera en diciembre de 1967 y, desde tal fecha, Barry tomó el control global de la serie, en sus dos líneas, la de tiras diarias que ya estaba a su cargo, y la de páginas dominicales.
Pese a que Flash Gordon mantiene imperturbablemente su andadura en la prensa norteamericana, su poder mitico sigue procediendo de las entregas dominicales de Alex Raymond. Este autor creó un fascinante mundo visual y llevó a la perfección el lenguaje realista según los cánones derivados del clasicismo del arte pictórico. Concibió, además, Flash Gordon a modo de un poema épico en el que se fundieran las tradiciones de la ficción occidental con las preocupaciones colectivas del presente histórico, y de ahí surgió. la continuada lucha de Flash y de los resistentes del planeta Mongo contra la dictadura del emperador Ming en un ámbito con múltiples reminiscencias a distintas épocas de la Humanidad y con sujección deliberada a los arquetipos y al tema eterno de la pugna entre el Bien y el Mal.
En sus manos, Flash Gordon no se materializó como una obra de ciencia-ficción pura sino como una ópera espacial, un relato de aventuras tan teñido de futurismos como de arcaísmos, donde la invencion gráfica prevalecía, de antemano, sobre el rigor de lo narrado. Desde este punto de vista, Flash Gordon aparece hoy a modo de un gigantesco laboratorio de experimentos visuales, elaborados con fuerzas y constancia titánicas, en un ardoroso esfuerzo por abrir rutas expresivas al idioma de los cómics. Es de esperar que la presente edición proporcione a los lectores españoles el goce de descubrir los verdaderos valores de esta obra.
Dan Barry en colores
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