Gracias a la ayuda del contrabandista Chong, Flash y sus amigos consiguen alcanzar el reino de Barin, dando esquinazo a las tropas de Ming el Despiadado, que le da por muerto. Pero a los pocos días el emperador Ming anuncia su llegada al reino de Arboria para conocer a su nieto, el príncipe Alan, hijo de su hija Aura y el príncipe
Barín.
Mientras dura la visita del monarca, Flash y Dale se esconden en las cocinas de palacio. Ming no tarda en confesar a Aura el motivo de su visita: Ha venido a por el príncipe heredero, su nieto, para llevarlo a Mongo y
educarlo a su manera. Aura se niega terminantemente. Furioso, Ming se va de Arboria, pero su mente calenturienta ya ha tramado un plan para apoderarse del príncipe Alan. Y en efecto, poco después una de sus patrullas captura al capitán Salas, trasladándolo a la ciudad de Mongo. Allí le suministran el suero de la verdad,
enterándose Míng de que Flash Gordon sigue vivo. Poco después, un oficial de Ming, el oficial Lingan, maquillado al igual que el capitán Salas, se presenta en el palacio de Arboria. Y aprovechando un descuido,
rapta al pequeño príncipe, huyendo de palacio.
Flash y Barin salen tras él, pero es el capitán Salas, que ha logrado escapar, quien se topa con el fugitivo y
recupera al niño. A continuación, Salas informa a Flash de que Ming sabe que se esconde en Arboria.
Para
evitar una nueva guerra, Flash, Dale y Zarkov abandonan la ciudad de los árboles rumbo al norte helado y mistenoso. Alli son capturados por los hombres de la reina de las nieves, Fría, soberana de Frigia, con la que finalmente entablan una amistad. Cierto día que van de caza son atacados por una banda de gigantes peludos. Todos caen prisioneros, menos Flash y Fría, que siguen las huellas hasta su cubil para rescatar a sus amigos...